¿Cómo trabaja el oro una joyería?

El oro es, sin duda, uno de los metales más apreciados para las joyerías. Se trata de un metal de tonos dorados o amarillos que se funde a una temperatura media de 1062 ºC. Su grado de pureza se mide en quilates. El más destacado y que cuenta con una mayor pureza es el de 24 quilates, que equivalen a 1000 milésimas de pureza. A lo largo de esta entrada, vamos a comentar cómo trabaja el oro una joyería. Se trata de un proceso emocionante, ya que, gracias a él, se logran unas joyas muy codiciadas.

Procesos de trabajo del oro

Vas a conocer cuáles son los procesos que atraviesa este metal hasta que es llevado a una joyería.

Fundido

Para que el meta pueda ser trabajado, debe alcanzar temperaturas superiores a los 1000 ºC. Se escogen los porcentajes del metal de una forma escrupulosa para alcanzar la proporción idónea y trabajarlo posteriormente. Una vez fundido, se vierte en un molde para dar lugar al lingote.

Laminado

Mediante las fases del laminado de prensado y laminado de acabado, se intenta reducir el espesor de la pieza. Se emplean ciclos de laminado en frío para tersar el lingote y formar una larga lámina, la cual puede medir varios metros. Sin embargo, tan solo es posible medir el grosor en micras. Algunos profesionales utilizan la prensa martillo para realizar este trabajo con mayor precisión.

Batido

La fina lámina medible en micras es cortada en trozos cuadrados del tamaño de un sello. Se colocan dentro de recipientes o moldes, en los cuales se ejerce el proceso de batido. Distintos martillos mecánicos golpean las piezas para reducir, aún más, su espesor.

Corte y empaquetado

En este momento, los expertos cortan el metal con un cuchillo de doble filo denominado “carretto”. Aunque pasen los años, esta fase del proceso siempre debe realizarse a mano y según la antigua tradición del oficio. Los trozos se pliegan sobre librillos de papel de seda.

Las características y aleaciones del oro

Si comparamos este metal con otros más frecuentes, uno de sus rasgos definitorios es que mantiene su brillo durante un largo periodo de tiempo tras ser pulido. Las máquinas para analizar oro ofrecen una estimación muy precisa de su calidad, y por eso es tan valioso en las joyerías. Además, este metal combina a las mil maravillas con otros muy empleados en los talleres de orfebrería, como el cobre o la plata. La aleación resalta la belleza de cualquier joya, pues en esta se incrusta un brillo resplandeciente en el tono de color. Veamos algunas de las principales aleaciones que puedes encontrar en las joyerías.

Oros blancos

Se consiguen tras mezclar el metal dorado con el paladio. Esta aleación impregna la pieza de un tono blanquecino. Para hacer la modalidad blanca, en sus orígenes, se empleaba un material secundario, el níquel. Sin embargo, a día de hoy, esta combinación es rechazada por la mayoría de los establecimientos debido a las características alergológicas del níquel. Además, el níquel endurecía las piezas, por lo que era frecuente que estas terminasen resquebrajándose y rompiéndose tras el paso del tiempo.

Por tanto, el paladio ha sido la solución en las últimas décadas a la hora de trabajar y engastar los tan codiciados oros blancos. Según la normativa vigente de la Unión Europea, desde el año 2000, las aleaciones de níquel han quedado en desuso. Otros metales que hacen acto de presencia para conseguir oros blancos son la plata y el cobre.

La principal desventaja del paladio es su coste de fabricación, ya que es un metal caro. No obstante, permite dotar a la pieza de una gran resistencia; además, le da un color grisáceo y amarillento. Para llevar a cabo la técnica, es frecuente emplear baños de rodio, que potencian el fulgor de un blanco muy similar al platino.

Oros amarillos

Estos metales están en su estado puro y son muy maleables. Sin embargo, por desgracia, también son extremadamente blandos. Por esta razón, no es usual ver los oros amarillos en los trabajos artesanos de joyerías.

El amarillo suele ser trabajado en medidas de 750 mm (es decir, de ley de 18 quilates). Para garantizar esta proporción, se liga un 32 % de cobre con la materia base. Gracias a esta aleación, la pieza obtiene una mayor dureza y flexibilidad. Por supuesto, el color resultante tiende a los tonos rojizos.

Joyas de oro electrochapado

Se trata de joyas con calidades superiores al lavado. El grosor de estas piezas alcanza una pureza de 10 quilates, lo que supera tres veces el grosor de los oros lavados. Los trabajos de electrochapado son solicitados por los clientes que pretenden adquirir joyas duraderas, que pueden transferirse de generación a generación.

Es común encontrar joyas electrochapadas muy gruesas, denominadas como electrochapados macizos. Presentan hasta 2,5 micras de espesor.

Están son las técnicas y distintos acabados más comunes cuando se trabaja con el oro. Este material es muy preciado en las joyerías. Como has comprobado, requiere de un laborioso proceso de manufactura.

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