Cuando trabajamos una pieza en el taller de joyería, no es necesario decir que pasa por procesos que, aunque son totalmente necesarios e inevitables, modifican el aspecto exterior de la misma.
La soldadura, el corte, el lijado, el decapado producen suciedad, ennegrecimiento, rayado o disminución del brillo original, añadido a que las pìezas nos llegan desde el propio cliente con un aspecto más usado y envejecido,
Es en ese momento cuando entra en valor la “magia” de la materia prima con la que trabajamos en el taller de joyería: los materiales nobles que siempre recuperan su brillo original.
El proceso de pulido en el taller nos permite presentar de nuevo la joya como cuando sale de la tienda y, dependiendo del estado de la misma podemos hacerlo en varias fases:
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